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martes, 11 de mayo de 2010

Bellavista: El gobierno infame

El distrito de Bellavista en la Provincia Constitucional del Callao experimenta hoy en día una gravísima crisis de seguridad. El aumento desproporcional de las rejas en las calles de Bellavista es un indicador infalible de la sensación de inseguridad que embarga a los vecinos del distrito. A pesar de que hay unidades de serenazgo, tanto motorizadas como en bicicleta y a pie, su presencia no afecta en absoluto la terrible ola de asaltos.
¿Qué es lo que esta pasando en Bellavista?, ¿Por qué a pesar de que la seguridad ciudadana es una de las funciones de gobierno en la que más dinero del presupuesto público se gasta, no se ha logrado reducir la delincuencia y esa creciente sensación de inseguridad que afecta a nuestros vecinos? El problema es sumamente complejo y posee varias aristas.
La ola delincuencial que asola Bellavista no es un fenómeno que deba ignorarse ni mucho menos reducirse a una simple competencia de las fuerzas del orden. Es ante todo un problema socioeconomico, ético y político.
Es un problema socieconómico porque los delincuentes provienen de zonas de muy bajos recursos y posibilidades de movilidad social y superación, es decir, tienen muy pocas alternativas. La gravísima situación condiciona a los jóvenes a elegir una determinada forma de vida, a seguir el camino que los padres o hermanos mayores eligieron, y que ahora por falta de oportunidades ellos irremediablemente continuarán.
Es un problema político, porque cuando quienes asumen las riendas de un gobierno (sea este local, regional, o nacional) olvidan que la razón de ser de esta institución es la realización y salvaguarda de los intereses de cada uno de sus contribuyentes; porque aquellas autoridades que nos gobiernan ignoran la necesidad de hacerlo con responsabilidad y planificación, pensando en las próximas generaciones y no únicamente en las próximas elecciones.
Es un problema ético porque en vez de promover políticas públicas virtuosas orientadas a mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos, su autonomía y civismo, utilizan su pobreza y necesidad a través de redes clientelares, creando un círculo vicioso de miseria y pobredumbre, a favor de sus intereses electorales.
A pesar de que está legalmente establecido que las Municipalidades deben elaborar planes de desarrollo concertado, la municipalidad de Bellavista, como muchas otras, no ha elaborado un plan de desarrollo, y mucho menos un plan estratégico. En otras palabras, es una gestión improvisada, clientelar, inmediatista y mediocre.
El gasto en seguridad no es proporcional a la calidad de servicio que brindan en el distrito, por las cifras uno podría pensar que la seguridad es una función que realizan con eficiencia, sin embargo no podría estar más equivocado, pues esta gestión ha demostrado que el gasto no implica el desempeño y que muy probablemente es indicio de corrupción, de la más dura y vergonzosa.

lunes, 10 de mayo de 2010

Candidaturas y disidencias

El tema de los alejamientos partidarios es común cuando intereses y proyectos personales entran en conflicto al interior de una misma agrupación. Tal es el caso de Renzo Reggiardo de “Cambio 90” quien renuncio al Grupo Parlamentario Fujimorista (GPF) y marcó así su alejamiento de “Fuerza 2011” presidido por Keiko; por otro lado, Salvador Heresi abandona las filas del Partido Popular Cristiano y decide relanzarse a repetir el sillón municipal del Distrito de San Miguel.
El tema de los alejamientos y las pugnas por diferencias políticas al interior de los partidos o movimientos no es para nada nuevo, de hecho ya anteriormente partidos como el PAP habían pasado situaciones similares, aunque bajo contextos diferentes, en las que algunos militantes decidieron lanzar sus candidaturas a través movimientos independientes para evitar la pugna interna y el desgaste.
Dos casos son emblemáticos en el PAP, el del Alcalde de Trujillo Cesar Acuña y el del finado Alcalde de Piura José Aguilar Santisteban(Respetable compañero QEPD). En los dos casos se repite la constante de preferir la vía disidente y candidatear por movimientos independientes. Curiosamente el éxito los esperó al final de la jornada electoral.
No necesariamente tiene que ser este el destino de los casos actuales, pero el hecho concreto es que la renuncia responde a algún conflicto al interior de los partidos, probablemente originado por la contraposición de intereses y promovido por la ausencia de disciplina partidaria.